Después de un asalto, Joey desangraba a
borbotones en una nave a las afueras de Michigan. Se descomponía
aceleradamente. En su mente se preguntaba que mal había hecho. Repetía y
repetía miles de veces que no volvería a ser igual.
Ya aparecían las primeras manchas de sangre sobre su rostro
, maniatado en una silla moría de dolor y aislado. Le habían disparado y
seguía aferrándose a esos segundos de respiración. A esos sueños que no
volvería a ver. No se sentía orgulloso de lo que había sucedido tiempo
atrás. Un destello, una intuición surgió del caos, una paloma mensajera
sobrevoló la ventana incendiada, portaba un mensaje encriptado que
decía:
intuición ......
Joey frunciendo el cejo gritó más desesperadamente
, el humo se expandía a una velocidad endiablada, cuando de repente,
vislumbró una solución. Sus ojos se enturbiaban, su mirada yacía
pulidamente.
En lo más profundo de sus entrañas quería salvarse
de esa condena, quería sentirse vivaz, enérgico. Sabía que era demasiado
tarde, su reloj se detuvo un instante, las 02.00 am, hora de la muerte
pensó. Cuando todo parecía haberse desvanecido, un fuerte aguacero se
precipitó por su cuerpo, venía de afuera, una luz de sirena le rescató,
recobró el sentido, pero, ya no estaba solo, tenía el regalo más
precioso, la
intuición .